jueves, 3 de febrero de 2011

Lágrimas de sangre


Triste, cuál melodía desgarradora de mi réquiem, escucho
lentamente una a una de las palabras de tu boca pequeña.
¿Qué es eso que no alcanzo a escuchar? ¿Acaso eres tú 
negándome tu amor? Perdona si no escucho tus palabras,
pero ahora me preocupan los puñales que penetran a mi
corazón, sangrándolo lento, en silencio.
Perdona si no comprendo tus lágrimas, pero ahora me 
interesan solamente las de mi corazón, pues él no llora 
agua ni sal, no, él solamente llora sangre.
Perdona si no te digo que todo está bien, que no tengas
miedo alguno, pero ahora me preocupa que mi alma
teme caer en el abismo abierto por tus palabras.
Perdona que no te contemple directamente a tus ojos,
pero ahora los míos sufren por que pierden su vida.
Perdona si no te sonrió para darte tranquilidad,
pero vida mía es que eres vil e ingrato, cruel y despiadado,
inhumano y desalmado. 
Estoy mil veces harta de decir perdona, mi corazón sangra,
mi corazón sufre con cada una de tus palabras que son 
mucho peores que dagas al rojo, penetrando una a una.
Perdona vampiro, por haberte conocido, perdona por ser
una mortal ilusa, víctima de tu desgracia, objeto de tus 
juegos, juguete de tus momentos. 
¡Hasta cuándo os detendrás vampiro! ¿Qué no te basta
ver acaso que mis lágrimas ya no son de agua si no de
sangre pura? ¿Quieres verme acaso morir en tus manos?
Ten cuidado vampiro, no desees mi muerte, por que 
si yo he de morir, seré de nuevo libre. 
Vampiro, si has de desear mi muerte, por lo menos sé
consciente de que yo soy esclava y sirviente de tus
más viles y vulgares caprichos. ¡Vampiro, oh, sí has de 
matarme bebe mi sangre, pero por piedad ya no quiero
más lágrimas de sangre!

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