lunes, 28 de enero de 2013

Milagros

Disclaimmer: Los personajes de SCC no me pertenecen, si no al genial grupo CLAMP. Yo sólo los uso para expresar mis alocadas ideas y romances.


Bien, no es un secreto que soy escritora de fics, aquí dejo un one-shot que concurso en Still for your love en su primer concurso y quedó como finalista o empató en segundo lugar con otros tres. Ya tiene su tiempo, pero igual lo leí ayer y me encantó, básicamente por que es un recuerdo nostálgico. Milagros...en cualquier parte se encuentran. Lo dejo tal cuál lo mandé. 

Nick: Ady92
Resumen: Creer en milagros a veces es normal cuando vendes dulces y te encanta una niña por que tú no has dejado de serlo. Pero cuando conoces tu verdadero bajo una leyenda, vale la pena decir que ese es un milagro. Al menos así lo ve Sakura.
Género: Romance


A menudo he pensado que cada instante en nuestra vida es único e irrepetible. No necesito constatarlo, sé que en el fondo está ahí. Me encanta pensar que los milagros existen en cada parte de nuestras existencias, esperando para salir, pero simplemente me atrevo a decir que nunca me ha ocurrido uno como para recordarlo. Bueno, supongo que debo ser feliz con cada milagro que le suceda a las personas normales.  Al menos, alguien puede gozar de ellos.

Soy Sakura Kinomoto, trabajo como dependiente de una tienda de dulces para poder ayudarme con mis estudios. Las universidades son bastante caras, así que aparte de lo que dan mis padres, debo yo cooperar con un poco. No me molesta, de hecho lo veo como una excelente oportunidad de valorar lo que tenemos. Me encanta ver a los niños pasar por la tienda, pegar sus caras a los estantes que nos esforzamos tanto por decorar, y ver como entran fascinados a comprar nuevas golosinas. Algunos de ellos me eran conocidos, incluso les prestaba algún dinero o les regalaba una golosina extra. En especial una chica, Mei Ling me recordaba a mi cuando era pequeña y me metía a comprar dulces y me llenaba de felicidad.

Mei era muy impulsiva quizás, e incluso veía el mundo de una forma muy diferente, pero me recordaba a mi por su gran alegría de comprar dulces. Me quedé fascinada con su forma dulce, sincera, franca. Podemos decir que su vida se contagiaba a mí.

Ahora pensaba en ella, me colocaba el mandil con el logotipo de la tienda sobre mi sencillo tweed azul, y pensaba lo afortunada que era por conocer a una niña así. Supongo, que viéndolo así ese es mi milagro.

Llegaron dos chicos a preguntar por un dulce nuevo, yo los atendía con mi sonrisa de siempre. Los niños son fáciles de hacer reír, una de las cualidades que más me gustaba de la infancia. A mi otra compañera, mi mejor amiga Tomoyo le daba gracia como los niños y yo nos entendíamos. Decía siempre que yo llevaba a una dulce niña en mi interior. Tiene razón, no conozco muchas cosas. Ni siquiera a mis diecinueve años me he podido considerar una persona que se haya enamorado, deseado algo así. Voy detrás de los demás, me mantengo de alguna forma en mi dulce inocencia, como solía decir mi hermano mayor Touya. Nunca avanzaba. Aunque creo, que en el fondo le daba gusto por que ya era bastante celoso.

Así fueron llegando más chicos, la venta normal de un día; hasta que llegó Mei. Podía distinguir su voz en cualquier parte, era dulce, como una campanada y aguda. La campanilla de la puerta me indico su llegada, pues yo me hallaba volteada buscando unas cuantas golosinas de frutas.

-¡Hola Sakura!-gritó con la energía de siempre. Yo volteé para atenderla, pero lo que no esperaba era verla en compañía de un hombre que estaba volteado, observando con interés el acomodo de dulces que teníamos en el estante. Se acercaba la época de Halloween, así que me había esforzado mucho en la decoración, con los dulces naranjas, negros, blancos y púrpuras. Había conseguido series, telarañas, arañas de goma, gusanos de goma, calabazas de chocolate, serpentinas de colores, etcétera. Tenía una gran afición por los colores.

-Hola Mei, ¿cómo estás? ¿Qué tal la escuela?-sonreí  con alegría, aunque un poco intrigada por el hombre. ¿Sería su hermano? ¿algún primo? No tenía la menor idea. Mei había perdido a su madre, entonces salvo a su padre, yo desconocía que tuviera más familia.

-Bien, aunque me han molestado por mi peinado, pero en realidad sé que sólo están celosos por mis nuevos moños-me enseñó sus nuevos moños de color naranja con unas hermosas calabazas decorándolos.-Ya quiero que sea Halloween, espero con ansías la venta que hacen aquí de dulces.

-Sabes que somos dos, ya quiero verles a todos disfrazados.

De pronto, el hombre le tomó el hombro a Mei, ella volteó a verle y le sonrío, pero no de forma fraternal, si no de una forma enamorada. Volteé a ver quien provocaba ese efecto en la pequeña, cuando de pronto mis ojos chocaron con unos del color del ámbar líquido. 

 Era una mirada penetrante, curiosa, incluso podríamos decir burlona.

-Espero que hayas terminado de comprar Mei-su voz era profunda, penetrante de esas que causan que pierdas el aliento. Me dieron ganas de correr, pues de alguna forma me hizo sentir una angustia que nunca había sentido.

-Claro que no, apenas estaba saludando a Sakura-su voz aunque quejumbrosa, no dejaba de reflejar un amor que no conocía. No conocía a esa Mei.-Sakura, perdona a mi prometido. Xiao Lang siempre parece ir de prisa.

-Mei, no soy tu prometido. Señorita…Sakura, soy el primo de Mei. Ella no ha dejado de hablar de usted en todo el camino-aunque sus modales eran correctos, e incluso amables, no dejaba ese tono de burla, esa mirada penetrante, y sus cejas reflejaban su ironía.

-Mucho gusto señor, ahora Mei ¿qué deseas?-sonreí nerviosa. Ese hombre me altera, tenía que calmar mis nervios.

-Me gustarían unas cuantas frutas ácidas, pastelillos de arroz, odangos, y un refresco de gelatina-pedía lo de siempre, pero me costó un poco entender lo que pedía.

-Bueno, vengo.  Acabamos de mover los refrescos de gelatina a la bodega. Con permiso-fui a la bodega con rapidez. La verdad es que podía darle uno de los que teníamos afuera, pero su primo me alteraba mucho y necesitaba calmarme. Me costaba entender por que me veía de forma tan irónica, pero lo atribuí a que quizá el chico era así. Ya calmada, aprovechando el viaje a la bodega, comencé a buscar los refrescos de mora azul que tanto le gustaban, o de pérdida los de melón. En esas estaba, cuando oí un ruido en la bodega. 

Me volteé y él estaba ahí, con la misma mirada irónica.

-¿Encontró lo que buscaba? Me pareció ver algunos refrescos de gelatina afuera-sus frases estaban cargadas de ironía.

-Si, pero los que le gustan a Mei son…

-No se haga la graciosa, sé lo que pretende-su mirada ahora era furibunda. Ni siquiera podía creer que se hubiera metido en la bodega y me estuviera hablando de esa manera.-Lamentablemente, sus ambiciosos planes no pueden llevarse a cabo, yo soy el principal en lo que en nuestra familia se refiere.

-No tengo la menor idea de lo que está hablando, yo sólo vine a buscar un refresco de moras-contesté con cierto temor. ¿A mí qué me importaba que fuera el que decidía la fortuna de la familia?  

-Bueno, quizás sea conveniente que le refresque la memoria ¿no es una casualidad que sea tan bondadosa con Mei? Es muy curioso que una simple dependienta sea tan dulce con una niña, desde que se sabe que el padre posee una gran fortuna. Es muy bajo intentar llegar a un hombre con sus hijos. Sus ambiciones son muy altas para una simple pueblerina.

Le di una bofetada. Nunca me había indignado tanto en mi vida. Me molestaba al punto de hacerme hervir la sangre, en verdad que nunca pensé que hubiera una persona pensaba en tanta suciedad. Me ponía de malas.

-Entienda una cosa, yo sólo soy amable con Mei por que quiero hacerlo. No sé en que clase de ambiente de riqueza se habrá educado, pero sin duda fue en uno donde pensaban lo peor de ustedes mismos. Gracias a Dios, Mei llegó junto con su padre lejos de ese ambiente, a uno dónde nadie puede contaminarla. No tengo que dar explicaciones de mi dulzura con ella o con ningún otro niño, así que si me permite voy a llevar lo que me ha pedido. Buenas tardes-las lágrimas salían por mis ojos. Me las sequé para evitar preocupar a Mei, ella no tenía la culpa.

-Sakura te tardaste, ya iba a meterme a buscarte en la bodega, pero Xiao Lang se ofreció de voluntario, me alegro que te haya encontrado-dijo, pues yo no contaba con que él vendría atrás de mí. -¿Cuánto es de los dulces?-preguntó ella con inocencia total.

-Son quinientos yenes-le sonreí a Mei, e ignoré a su primo. Registré el pago en la caja registradora, y le di su cambio.-Espero que vuelvas pronto Mei, las golosinas para Halloween que hemos pedido serán espectaculares.

-¡Eso es genial! Espero ganar esta vez el concurso. Nos vemos mañana Sakura-sonrió, su primo sólo se inclinó con ironía y salió antes que Mei de la tienda.-Discúlpalo Sakura, el pobre es muy guapo, pero no lo he educado para tratar a las mujeres.

Por eso me encantaba Mei, era capaz de hacerme reír incluso en esos momentos.

Estuvimos despachando niños hasta la tarde. Me tocaba a mi cerrar y hacer el inventario. 
 Me gustaba quedarme por que podía contemplar el encanto del faro.  El encanto del faro indica que si besas a una persona en él, terminarán casados y se amaran por siempre. A mí me gustaba por que siempre encontrabas una parejita ahí, pero la atribuí a que la gente no tenía nada mejor que hacer, que inventar historias de un faro. Mi hermano decía, que sólo eran tonterías, que amar no dependía de donde te besas, si no con quién te besabas. Me parece que él ya vino a besarse y no se quedó con ninguna de ellas.

Salí un poco tarde, el inventario me había costado más trabajo de lo normal. Iba pegada a mi abrigo, puesto que estábamos en otoño, y el frío se sentía en las noches. En el faro me encontré a una dulce pareja de niños. Bueno, posiblemente tenían quince o dieciséis años, pero eran niños para mí.  Me dio cierta gracia pensar que ellos ya desearan casarse. A mi opinión cuando tienes esa edad no puedes casarte tan pronto.  Seguí mi camino, especulando a que día se remontaba la leyenda del encanto del faro. Las estrellas se hallaban sobre mí, así que podía pensar estupideces.

Los días continuaron y el incidente con el primo de Mei seguía en mi memoria, por que ahora éste siempre la acompañaba a comprar los dulces. Seguramente con el propósito de vigilarme. Pero yo seguía adorando a Mei y tratándola como siempre. Tomoyo pensaba que le gustaba a él,  sin embargo yo sabía que las cosas eran totalmente diferentes. Me vigilaba para no acercarme de más. Seguí consintiendo a los niños que nos visitaban, estuviera él o no. Su opinión ya me traía totalmente sin cuidado.  Sólo que comenzaba a observar ciertos detalles que enternecían y sonrojaban a mi corazón, sin tener yo una noción de que lo hacían. Era extremadamente atento con Mei, por eso no me sorprendía que ella estuviera enamorada de él. También jugaba y se divertía con los niños que llegaban a ir a la tienda. Sin duda, no podía ser tan malo, es sólo que yo me aferraba a la idea de mi primera impresión para no darle ánimos a otra que me comenzaba a calar en lo más profundo de mi alma.

Estaba yo cerrando un día, cuando me encontré a Mei junto a su primo esperándome. La verdad fue algo que no pensaba encontrar. Ella me llamó y no me quedó otra más que ver lo que deseaba. La verdad es que no tenía la menor idea.

-Hola Sakura-saludó Mei con su alegría de siempre.-Papá ha insistido en que te invite a la fiesta de disfraces que daremos en Halloween. Sé que tienes trabajo con la tienda, pero espero que puedas escaparte y venir. Me parece que irá la nueva novia de papá, es muy bonita, además de dulce ¿qué dices?

-Lo pensaré Mei, gracias por invitarme. Que pasen buena noche-hice una reverencia de respeto y me dispuse a retirarme, cuando la mano de su primo me detuvo. Sentí una especie de descarga eléctrica, algo que hizo que cada fibra de mi corazón se moviera. Como si hubiese adquirido otro ritmo de latido.

-Sería bueno verla por ahí, esperamos que asista-su voz era la misma de siempre, sonaba igual de cortante que cuando me hablaba, pero ésta vez en sus ojos había algo diferente. 

No podía identificarlo, pero por alguna razón me impidió decir que no iría.

El día de Halloween teníamos toda la tienda llena, el reproductor de música tenía uno de mis discos de Día de Brujas favorito, las dependientas íbamos de disfraces, y la tienda estaba con un ambiente verdaderamente agradable. Los niños se amontonaban para pedirnos dulces, los cuáles regalaba la tienda o vendía a menor precio, muchos venían disfrazados acompañados de sus padres, los cuáles se desesperaban o se alegraban de ver tanto niño.  Fue en ese instante cuando llegó Mei y su primo. Él no llevaba disfraz, lo único que si es que vestía totalmente de negro. Supongo que fue lo máximo que pudo hacer. Yo vestía como una gitana, lo que me hacía sentirme totalmente ridícula en esos momentos. Mei vestía de hada, me comento que siempre se disfrazaba de princesa, que en esos momentos deseaba algo totalmente diferente.

-Hola Saku, vengo al concurso-dijo ella con una sonrisa.

-El concurso el dueño decidió no hacerlo este año, al parecer causa muchos problemas con los niños-ella se decepcionó un poco, pero como realmente estaba feliz, se le pasó muy rápido.

-Bueno, así podremos llevarte más rápido de lo que teníamos planeado ¿verdad Xiao Lang?

-Si Mei, voy a decirle a Wei que nos iremos más rápido de lo planeado…

-Mei, yo no puedo salir, tengo que quedarme en la tienda y arreglar algunas cosas, además de vender más…

-Puedes salir Sakura, yo cubriré tu turno. Has trabajado como loca, todas las noches te quedas haciendo el inventario, es justo que te diviertas esta noche-Tomoyo interfirió en la conversación. No me parece que haya entendido que no quería tener contacto con el primo de Mei.- Después de todo, no dudo que el señor Li no disfrute de tu presencia en esa fiesta-mencionó al padre de Tomoyo, mirando de una forma muy extraña a Shaoran. Éste se puso del color de la grana, y balbuceó unas cuantas palabras inentendibles. 

Sin duda este tipo es demasiado extraño.

Salí de la tienda con ellos, colocándome un abrigo. En esa noche, brillaban las estrellas de una forma que no podía calcular en belleza. La luna estaba en luna nueva, para darle paso a las estrellas de iluminarnos. Era un espectáculo bellísimo de contemplar. Además de los niños paseando por las calles con sus disfraces. Era una noche realmente mágica.

Fuimos en el coche de la familia Li en silencio. Mei hablaba de lo hermosa y genial que era la fiesta de su padre, mientras que yo sólo asentía en silencio, mirando hacía las calles, o contestando alguna de las cosas que decía. Shaoran no decía nada, permanecía callado como copiloto de un hombre mayor y muy amable.

Llegamos a la fiesta, dónde el señor Li nos recibía con una sonrisa y con una mujer muy bonita. Supuse que era su nueva novia. El señor Li era una de las personas más amables que conocía, así que no dude que su novia fuera igual que él.

-Buenas noches pequeña Sakura, me alegra ver que hayas decidido venir. Mi sobrino y mi hija sin duda hicieron lo imposible para convencerte-su sonrisa era sin duda amable, pero en su oración hubo algo que realmente me alarmó.

-¿Su sobrino?-pregunté realmente fuera de contexto. No esperaba que Shaoran quisiera verme ahí. Supuse que era al contrario, que Mei era la que lo había forzado a invitarme.

-Si, el muchacho. Ha mostrado mucho interés en tu asistencia a la fiesta-al parecer, el padre de Mei no estaba enterado de lo que me odiaba su sobrino. Supongo que no le había expuesto sus teorías sobre mí acerca de ser una trepadora.

Entré totalmente consternada. El ambiente de la fiesta era realmente agradable, particularmente por un hombre que se hallaba ahí. Eriol Hiragizawa me dijo que se llamaba. Al parecer venía de Inglaterra, tenía unos veintidós años y estaba estudiando junto con Xiao Lang, que era él que lo había invitado a la fiesta. Nos estábamos llevando muy bien, riendo y hablando de música, de cualquier cosa, bailando. Nunca pensé que me la pasaría tan bien en casa del señor Li, hasta que me cansé de tanto bullicio y viendo como Eriol hablaba animadamente con una mujer, me parece que se llamaba Kaho, me escabullí a tomar un poco de aire fresco en el jardín.

Observé con maravilla la excelente decoración que habían hecho en la casa del Señor Li, sin duda para complacer a la pequeña Mei. Todo era lindo y excitante, me quedé maravillada como niña pequeña hasta que oí un ruido a mis espaldas.

Era Shaoran que llevaba un vaso de ponche en sus manos y me veía fijamente.

-Me sorprende que hallas dejado a Eriol en compañía de Kaho, pensé que como el señor Li ya no estaba disponible, ahora ibas sobre una presa aún mejor.

-No tengo la menor idea de lo que me estás hablando, y si me permites…voy adentro. Sólo quería un poco de aire-me dirigí a la casa, pero me detuvo con su agarre.

-Eres algo que no entiendo. Pensé que eras dulce con Mei con interés, pero realmente eres así con los niños. He ido a la dulcería cada día sólo para convencerme de que no eras dulce y resulta que lo eres, luego llegas aquí y hablas con una de las personas más adineradas de la fiesta. No querías venir, tu amiga te forzó, pero si no es dinero lo que buscas, entonces ¿qué clase de persona eres?

-Yo no busco nada, sólo me agradaba Mei. Eriol y yo sólo hablábamos de cosas triviales, nunca en mi vida lo había conocido, ni sé nada de su riqueza. Sólo me gustan los niños y me agrada Eriol, no busco nada de nadie. Trabajo para ser honrada, no busco el dinero fácil, y ahora con tu permiso…

-Me gustas-soltó tan de repente y con seriedad sin mirarme a los ojos.-Y mucho. No eres como otras personas. He conocido pocas mujeres como tú, y ninguna de ellas ha estado tan cerca de mí como tú ahora.

Me quedé de piedra, no esperaba esa reacción y mucho menos recordaba hallarme tan cerca de él. Sin saber cómo, mis brazos rodearon su cuello y le besé. Él abrazó mi cintura, y continuo el beso. Era un beso dulce, y el primero que daba en toda mi vida.

Cuando nos separamos, sus ojos ambarinos me miraban fijamente, al igual que los verdes míos lo miraban. No quería que ese instante se terminase, ahora menos que nunca. Ahora entendía que m había enamorado, y de un tipo serio, extraño, pero que era extrañamente dulce.

Sobre nosotros, nos iluminaban las hermosas estrellas, y el faro de la leyenda. No recordaba que daba al jardín de Mei. Supongo que me encantaba verlo por que estaba a punto de vivir el milagro de su historia. Así, bajo una noche de estrellas, bajo el faro de la leyenda, en esa noche de Halloween fue que conocí a mi verdadero milagro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario